miércoles, 24 de febrero de 2021

La inesperada mudanza de la familia Madrazo al olvidado palacio de los Casado

Hace once años asomaron por Alcalá. Los caballeros con su rostro adusto, sonrisas leves en las mujeres, graves y estirados los niños; todos elegantes y dignos. Eran los Madrazo, 80 en total. 80 cuadros como 80 ventanas a buena parte de la mejor pintura del XIX en España y a algunos de los personajes más destacados del siglo. La fastuosa colección de la célebre saga de artistas se alojó en el hospital de Santa María la Rica, aunque su destino era otro viejo hospital alcalaíno, el de San Lucas y San Nicolás, también conocido como palacio de los Casado o del marqués de Morante. Así lo acordaron la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Alcalá. Pero tras aquella ilusionante estancia en los primeros meses de 2010, los Madrazo se marcharon. Y no han regresado.



Algunos de los cuadros de la colección Madrazo, antes de abandonar la caja familiar y pasar a propiedad 
de la Comunidad de Madrid (foto: Juan Manuel Castro Prieto)

Muchos aún recordarán aquella suntuosa exposición de Santa María la Rica, con los magníficos retratos luciendo sobre fondos verdes y rojos. Un escenario donde la entonces presidenta regional, Esperanza Aguirre, y el entonces alcalde, Bartolomé González, rubricaron el acuerdo para la creación del museo Madrazo en Alcalá, la culminación a varios meses de negociaciones.

Cuatro años antes de aquella firma, en 2006, el Gobierno regional se hizo con la colección, de 84 cuadros en total, representantes de todas las tendencias pictóricas decimonónicas: el Neoclasicismo del patriarca de la saga, José de Madrazo Agudo, el Romanticismo de su hijo Federico de Madrazo Kuntz, las pinturas de encargo de Luis de Madrazo Kuntz, o el impresionismo de Raimundo y Ricardo de Madrazo Garreta.

La colección fue adquirida gracias a una dación en pago de impuestos por parte de los descendientes directos de los pintores: María Teresa de Madrazo y de Madrazo y su esposo, Mario de Daza y Campos. Ambos conservaban en su casa de Madrid estas pinturas, componiendo una exposición doméstica llena de encanto, como testimonió el fotógrafo Juan Manuel Castro Prieto, Premio Nacional de Fotografía, en un extraordinario reportaje gráfico.



La marquesa de Branciforte, retratada por José de Madrazo (1812). A la derecha, Luisa, Rosa y Raimundo de Madrazo, posando para su padre, Federico de Madrazo (1845).  

Tras un par de exposiciones temporales, el Gobierno regional decidió buscarle acomodo permanente a la colección. Alcalá, el "Oxford de la Comunidad de Madrid" en aquellos tiempos, apareció como destino en 2009. Se examinaron varias localizaciones posibles en el centro histórico complutense pero finalmente se escogió el viejo palacete de la plaza de Atilano Casado, comprado por el Consistorio complutense en tiempos del alcalde Manuel Peinado y recién remozado entonces.

Además de aliviar sus estructuras, aquella restauración sirvió ante todo para reivindicar la importancia histórica del edificio, heredero de una fundación cisneriana de 1513 para cuidar a los estudiantes pobres y enfermos. Dos importantes hallazgos vinieron a reafirmar esa importancia: sendas esculturas de San Lucas y San Nicolás de casi un metro de altura, realizadas a mediados del siglo XVI; y una lápida funeraria de mármol de Gabriel de Zayas, secretario del rey Felipe II.



Aspecto parcial de la fachada del hospital de San Lucas y San Nicolás, en la plaza de Atilano Casado (foto: Ayuntamiento de Alcalá).

El aspecto actual del caserón, de inspiración neoclásica -con las columnas adosadas en la entrada y a alternancia frontones curvos y triangulares en las ventanas del piso superior-, es fruto de la reforma emprendida por el marqués de Morante, propietario del mismo en la segunda mitad del siglo XIX. Un detalle histórico y estético que también adornaba la acogida de esta colección pictórica, toda vez, además, de que el edificio estaba destinado a usos culturales. El Museo de la Ciudad o el Museo de la Lengua fueron algunos de los servicios que se barajaron para el palacete.

Pero si estos museos siempre se antojaron el fruto etéreo de brindis espumosos, pues nunca se aportaron detalles precisos, en el caso del Museo Madrazo no se albergaban dudas pues se poseía le esencial: el contenido, con las obras. Solo se trataba de remozar el interior del edificio con pericia y buen gusto, pues adolece de limitaciones físicas pese a su rotundo aspecto exterior y su inmejorable ubicación. Y también se había de diseñar un cuidado proyecto museístico que permitiera, a partir de la colección pictórica, reflexionar sobre la historia y la sociedad del XIX. 

Era, asimismo, una gran ocasión para reivindicar un siglo especialmente nefasto para Alcalá, el del cierre de la universidad, pero también el de la 'ciudad cuartel', la llegada del ferrocarril, el surgimiento de una pequeña oligarquía burguesa y también los primeros movimientos sociales.



Aspecto que presenta el jardín trasero del hospital de San Lucas en la actualidad.

Pero la inversión necesaria para el remozamiento definitivo y el proyecto museístico fue tardando en llegar; la colección viajó por otros lugares de España; la crisis cayó a plomo; las prioridades políticas e institucionales marcharon por otros derroteros.... Hasta hoy.

El viejo hospital de San Lucas y San Nicolás continúa cerrado a cal y canto. Y los retratos y pinturas de los Madrazo deben estar cogiendo polvo en algún almacén desconocido.  Aunque había un acuerdo firmado, no hay quien se acuerde de él ni a quien le importe. Al fin y al cabo, su visita a Alcalá fue inesperada. Y ahora nadie les espera.