jueves, 11 de abril de 2019

El Grial alcalaíno cumple 400 años

Ni las Ferias ni la fiesta de Cervantes ni los Santos Niños. Durante más de tres siglos el "día grande" de Alcalá, como lo tituló el célebre cronista Luis Madrona, el pseudónimo de Fernando Sancho, era el domingo de mayo en que procesionaban por las calles principales de la ciudad las Santas Formas, una tradición que se remonta a comienzos del siglo XVII. Toda la población, más decenas de feligreses venidos de fuera, incluidos reyes, aristócratas y autoridades mayores, acudían a rendir culto público a unas hostias que se consideraban  milagrosas por su incorruptibilidad y a las que se dedicó incluso una capilla en la iglesia de Santa María de la calle Libreros; la casa de lo que bien podría considerarse el Grial alcalaíno.


Un ángel custodiando las Santas Formas, en una de las pinturas de la bellísima cúpula de la capilla de Santa María obra de De Ribea (foto: Obispado de Alcalá)

Restaurada in extremis en 2010, su bellísima cúpula está ocupada por un cielo repleto de ángeles dedicados a custodiar y glorificar el misterio de las Santas Formas, desaparecidas en 1936 en circunstancias tan enigmáticas como las que rodearon su aparición a finales del siglo XVI. Hasta comienzos de los años 60 de siglo pasado, no obstante, se siguió rindiendo culto hasta que la iglesia decidió suprimirlo. "Los paisanos protestamos mucho. Hubo una lucha muy virulenta", recordaba otro cronista de la Ciudad no menos célebre, Paco García Gutiérrez, subrayando la importancia que llegó a tener para Alcalá aquel acontecimiento. "Era más que el Corpus. Toda la población se movilizaba".

Desde hace unos años el Obispado de Alcalá trata de recuperar la tradición y también tratará de celebrar a lo grande el 400 aniversario del nacimiento de lo que muy bien podría considerarse el Grial alcalaíno, la proclamación del milagro, efeméride que contará también con un ciclo de conferencias por parte de la Institución de Estudios Complutenses (IEECC).

La tradición tuvo su origen en un curioso suceso ocurrido en el Colegio Máximo de Jesuitas, sede hoy de la facultad de Derecho, un día de 1597. El padre Juan Juárez estaba en su habitación, atendiendo a los feligreses en confesión, cuando se le arrodilló un hombre que, visiblemente atribulado, le entregó 24 formas consagradas. Le confesó que se las habían entregado unos moriscos que las habían robado de un sagrario.

El padre Juárez consultó a otro sacerdote jesuita, el padre Vázquez, qué hacer con ellas y éste le aconsejó que no las entregara a la comunión por si estuvieran envenenadas. Decidieron entonces dejarlas en una alacena.

Puesto al corriente del hallazgo el rector del Colegio, Luis de la Palma, aprobó la idea de mantenerlas apartadas y dispuso además, con elocuente prurito científico, diversos cambios de ubicación para comprobar su reacción ante las diferentes condiciones de humedad y temperatura. Fue pasando el tiempo y las hostias no experimentaban variación alguna: se mantenían blancas y tersas como el primer día que aparecieron por el colegio.

Más de una década después, a partir de 1609, el padre De la Palma comenzó a dar noticias a sus superiores sobre la incorruptibilidad  de las obleas y en 1619 una junta de religiosos de la ciudad determinó que se las podía calificar de "obra sobrenatural y significativa de la real presencia de Cristo Nuestro Señor". Se mandó tenerlas, por tanto, por reliquias sagradas y rendirle culto.

Aspecto general de la cúpula de la capilla (foto Hispania Nostra)


En abril de 1620, con motivo de la inauguración de la iglesia de Santa María, se veneraron por primera vez en procesión, a la que asistió hasta el rey Felipe III. En 1626 el Ayuntamiento se unió a la devoción con un voto perpetuo en acción de gracias por una crecida del Henares que a punto estuvo de arrasar la ciudad.

A partir de ahí el fervor popular se desató y no paró de crecer en torno a las Santas Formas, con su procesión el sexto domingo de Pascua y, a partir de 1687, con la capilla erigida en su honor, adosada a un lateral de Santa María, y con la bellísima y delicada decoración en sus alturas obra de Juan Vicente de Ribera. El 'Corpus de Alcalá' no perdió fuerza ni cuando se produjo la expulsión de los jesuitas en 1767 y la custodia con las "sacrantísimas formas" fue trasladada a la Magistral.

En 1897 la ciudad se volcó en la conmemoración del tercer centenario de la aparición de las Santas Formas, cuya devoción entró con pie firme en el siglo XX hasta que llegaron los tiempos convulsos de la República. La procesión no se celebró ni en 1932 ni en 1933. Se retomó en 1934 y las reliquias desfilaron por última vez en la primavera de 1936. El estallido de la Guerra Civil apenas mes y medio después truncó la tradición al producirse la desaparición de las hostias.

Las especulaciones en torno a su paradero fueron motivo de discusión recurrente durante los años siguientes entre los alcalaínos. Se rumoreó, por ejemplo, que la custodia fue escondida por unos curas en el sepulcro del Cardenal Cisneros de la Magistral. Y de allí fue extraída, con destino incierto, por operarios de la Junta de Patrimonio, que rescataron las obras de arte del templo destruido por un incendio provocado por los milicianos en los primeros días de la guerra. Otros testimonios apuntan que las Santas Formas quedaron en manos de varios vecinos, que las ocultaron durante el conflicto fratricida. Incluso llegaron a señalarse dos casas, a las afueras, en la zona del Encín, donde pudieron estar escondidas. Pero a día de hoy sigue sin haber rastro de ellas.

Salida de la procesión de las Santas Formas de la Magistral, retratada en el famoso cuadro del pintor alcalaíno Félix Yuste (1893) 

A la conclusión de la guerra, ya sin las reliquias, se mantuvo la procesión hasta que a comienzos de los 60 las autoridades eclesiásticas mandaron suprimirla y la memoria de la tradición se fue diluyendo. "No estaban ya las Santas Formas y, por tanto, no había milagro, así que se cerraron en banda", explicaba García Gutiérrez, que lamentaba que ni siquiera la Iglesia local hubiera mantenido un culto privado.

A día de hoy, el misterio de las Santas Formas, una de las 'glorias' de las tradiciones locales, solo vive en el recuerdo de los más mayores de la ciudad. Se verá si el intento del obispado de rescatar el culto da sus frutos. Lo mismo que su búsqueda; todo un desafío para el alcalainismo ahora que se cumplen sus primeros 400 años.