miércoles, 7 de octubre de 2020

Todas las casas de Cervantes

En 1752 se tuvo la primera noticia fiable de que Miguel de Cervantes, el inmortal autor de El Quijote, había nacido en Alcalá de Henares con el hallazgo de su partido de bautismo. Pero tuvieron que pasar doscientos años para que se conociera la casa complutense donde vino al mundo y dio sus primeros pasos, se reconstruyera con más que dudoso gusto y se convirtiera en uno de los museos más visitados de la Comunidad de Madrid. 

Fachada de la Casa Natal (Foto: www.museocasanataldecervantes.org)

El investigador local, José María San Luciano (Alcalá de Henares, 1950), rastreó, reunió y documentó todas las vicisitudes de esos dos siglos en el libro La Casa de Cervantes en Alcalá de Henares y el Día de la Provincia (Domiduca Libreros, 2012); el relato de un largo y fatigoso empeño colectivo que se vio culminado el 9 de octubre de 1956.

Ese día se inauguró como "museo y biblioteca" la actual casa de la calle Mayor, siendo el acto central de los actos del Día de la Provincia, evento que tenía por objeto en aquellos años previos al Desarrollismo la revitalización del deprimido entorno rural de la capital. Y el celebérrimo escritor, cómo no, fue el personaje al que se abrazó Alcalá para este menester, poniéndose broche así a las dos centurias de búsqueda del lugar donde honrar y aprovechar el tirón, o viceversa, del alcalaíno más universal.

Esa búsqueda comenzó primero por la localización del hogar de la familia Cervantes, un largo proceso que San Luciano detalla con precisión en su libro. Porque fue en el primer tercio del siglo XIX cuando se dieron las primeras intentonas de hallar la finca en cuestión, con el propósito de restaurarla y erigir en ella un museo-biblioteca en honor al autor de La Galatea.


Placa colocada en la casa que durante un siglo se consideró, equivocadamente, que fue el hogar de la familia Cervantes, en la actual calle Cervantes Foto: Fototeca de IPCE)

Así, la 'primera casa' se ubicó en la calle Cervantes, en la huerta del antiguo Convento de los Capuchinos, un solar que ocupa en el presente el Teatro Salón Cervantes. Una creencia popular sin ningún fundamento histórico sólido señalaba que ahí estuvo el primer hogar de los Cervantes. Un prohombre local y cervantista entusiasta, Mariano Gallo, se aferró a esa tradición local y promovió que en 1846 se colocara una placa conmemorativa en la tapia de ese solar, así como que se cambiara el nombre de la vía, conocida hasta entonces calle de la Tahona.

Apareció más tarde el abogado Ramírez de Villaurrutia, que en 1872 se ofreció a sufragar una biblioteca cervantina en un caserón de la calle Escritorios. Y metidos ya en el siglo XX se alentaron más proyectos, como el de instalar un museo cervantino en alguna de las salas de la vieja Universidad Cisneriana. La búsqueda concluyó cuando el biógrafo Luis Astrana Marín encontró en 1941 las primeras pruebas documentales que emplazaban la casa de los Cervantes en el número 2 de la calle de la Imagen.

Tuvieron que pasar, no obstante, quince años más para que el museo biblioteca viera la luz tras una compleja y onerosa compra del edificio por parte del Ayuntamiento, en especial de la crujía que daba a la calle Mayor, dado el empeño de los restauradores de 'darle entrada' a la casa por la emblemática vía, convirtiéndose en su número 48.

Y no fue éste el único capricho de los encargados del proyecto de reedificación de la finca, bajo el amparo ya del Ministerio de Educación Nacional. Se barajaron ideas tan disparatadas como la de desmontar y trasladar la majestuosa fachada de la Casa de los Lizana, con sus leones rampantes, con la idea de dar el mayor empaque a la casa. Sí se reutilizaron algunas columnas de los patios renacentistas del devastado palacio Arzobispal para adornar la casa, y se le adosó, casi como un postizo, un pequeño jardín.


El número 2 de la calle de la Imagen, la entrada auténtica a la casa de los Cervantes, en una imagen de la posguerra (Foto: Fototeca IPCE)


El resultado fue un pastiche que todavía hoy sigue provocando controversia, así como el rechazo de muchos alcalaínos y visitantes, que consideran la casa una estafa.

En cambio, otros muchos miran con indulgencia el 'chalé' de Cervantes, gestionado desde hace más de treinta años por la Comunidad de Madrid. Estos defensores, como San Luciano, argumentan con criterio que la estructura de la casa original donde vieron las primeras luces Miguel y algunos de sus hermanos continúa existiendo, a pesar de todas las imposturas arquitectónicas.

Y éstas, al fin y al cabo, no dejan de ser el producto de los afanes y de los sueños de los alcalaínos de aquella gris y empobrecida Alcalá de la posguerra por darle brillo y encanto a la casa de su paisano más ilustre. Y qué menos que un palacete reinventado sobre una humilde y añeja casa de vecindad.